Estos centros, bajo seguimiento y control de la ANLA, protegen las especies y previenen la explotación ilícita de sus pieles, muy apetecidas en los mercados internacionales

Los departamentos de Bolívar y Atlántico concentran 42 de los 68 zoocriaderos a los que hace seguimiento y control la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales, ANLA. Estos centros contribuyen a proteger las especies del tráfico ilegal y de la extinción.

Bolívar tiene 23 centros de este tipo, mientras que Atlántico reporta 19. Estos zoocriaderos están circunscritos a las autoridades autónomas regionales. La ubicación en zonas bajas del neotrópico de los departamentos del Caribe colombiano permiten el establecimiento de estos centros.

Las especies más frecuentes en los zoocriaderos son las babillas y caimanes. En la actualidad los centros de cría están manejando un total de diecisiete (17) especies de vertebrados, de los cuales quince (15) corresponden a especies nativas, y dos (2) a especies exóticas (chinchilla y avestruz).

Dentro de los beneficios de la zoocría se encuentran reducir la extracción de especies del medio ambiente, evitar la caza y venta ilegal de especies silvestres, proteger especies en peligro de extinción, garantizar la conservación de especies silvestres al mantener un stock de reproductores en cautiverio que potencialmente, a través de sus crías, garantice un tamaño viable de la población en condiciones de libertad y, adicionalmente, generen empleo local y divisas por exportación de productos.

En la ANLA el tema de zoocriaderos está a cargo del grupo de Agroquímicos y Proyectos Especiales, el que más instrumentos tramita dentro de la entidad. Según datos de la más reciente rendición de cuentas de la Autoridad, entre junio de 2016 y junio de 2017, el grupo otorgó 442 licencias, negó 31, archivó 2 y reportó 25 desistimientos.

En promedio, el grupo de Agroquímicos y Proyectos Especiales realiza unos 50 seguimientos anuales a los zoocriaderos. El coordinador del sector, Sergio Cruz, explica que estas evaluaciones garantizan que los locales sean “circuitos cerrados donde los animales nazcan y se críen allí para evitar la caza ilegal y posterior destinación de las especies a estos sitios.”

La ANLA, según Cruz, controla el marcaje de las especies de zoocría, lo que permite llevar un estricto control en el comercio legal de pieles, la cual se hace con requerimientos específicos para garantizar la sostenibilidad de las especies. La marcación, además, permite verificar que el número de pieles comercializadas correspondan a los cupos de aprovechamiento asignados por las autoridades ambientales.


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